Por Wendy Pearlman para Al Jumhuriya

Diseño con siluetas en negro y amarillo sobre fondo verde. [Autor/a desconocido/a/ Imagen aportada por Al Jumhuriya]

Nota de Editor: Este artículo es el octavo de una serie publicada en colaboración con Mada Masr para conmemorar el décimo aniversario de la revolución egipcia. También está disponible en árabe.]

¿Qué significa la Primavera Árabe para quienes la vivieron? Diez años es insuficiente para sacar conclusiones sobre este desarrollo aún en curso. Una forma de abordarlo, sin embargo, es a través de lo que los psicólogos de la investigación denominan ‘identidad narrativa’. La teoría de la identidad narrativa propone que las personas llegan a ser quienes son a medida que se ubican a sí mismos en historias. Desde este punto de vista, las narrativas personales sobre los levantamientos árabes son actos, no simplemente de recuerdo, sino también de autodefinición dinámica. Es a través de tal narración que los individuos responden activa y continuamente a la pregunta: ‘¿quién soy yo?’

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Conceptualizar la identidad como una narrativa ofrece una alternativa útil. Ésta visión se contrapone a las tendencias convencionales para equiparar la identidad con la pertenencia a un grupo social, o con características como la etnia, la religión o la nación. Por el contrario, un enfoque narrativo trata la identidad como un proceso continuo. Para citar a la psicóloga Monisha Pasupathi, «la identidad no es algo que las personas construyen y luego poseen, sino que […] es un problema que debe resolverse de manera continua a lo largo de la vida de los individuos”. Centrarse en la narrativa, también discute con aquellos que argumentan que el propósito principal de la identidad es la necesidad de los humanos de separarse a sí mismos y a los demás en grupos de amigos y grupos externos de enemigos. Entender la identidad como la historia en evolución que la gente cuenta sobre sí misma insiste en cambio en que la función principal de la identidad es la creación de significado.

Para ilustrar la utilidad de este enfoque, me basaré en mi proyecto en curso en el que entrevisté a cientos de refugiados y migrantes sirios alrededor del mundo. Breves extractos de tres entrevistas abordan tres esferas principales de la experiencia que millones de sirios atravesaron desde 2011. Cada ejemplo ofrece una idea de cómo el pensamiento de uno sobre el propio pasado contribuye a construir la identidad en el presente. Por lo tanto, señala cómo recordar la Primavera Árabe sigue siendo una parte dinámica de la formación de la identidad, diez años después.

La primera experiencia es la protesta. Aquí, Sara recuerda haber decidido participar en una manifestación por primera vez:

“Me detuve en la puerta y me pregunté: ¿Estás lista para soportar las consecuencias o no? (…) Te ponés del lado de tu gente. Estás defendiéndote a vos misma, porque sos parte de esas personas (…) Antes de eso, te sentías rota. Siempre decías ‘sí’. Esta fue la primera vez que dijiste ‘no’. (…) Esa primera manifestación fue el evento más hermoso de mi vida. Fue como el día en que nací (…). Lo más importante en esta etapa es proteger la última esperanza que le queda a la gente (…) y recuperar la confianza en nosotros mismos. Confianza en que todavía podemos decir ‘No’ y que, en algún momento, triunfaremos”.

En el relato de Sara, la disidencia es fundamental para su sentido de sí misma posterior a 2011. Esto se refleja en la idea de que su primera manifestación fue similar a un renacimiento. La esencia de su nueva identidad es su capacidad para rechazar un sistema brutal y corrupto. Los últimos diez años golpearon su optimismo sobre las perspectivas de derrotar ese sistema. Mientras conserve la capacidad de decir ‘no’, sin embargo, seguirá siendo la persona en la que se convirtió durante la Primavera Árabe.

La segunda experiencia es la represión. Aquí, Alaa reflexiona sobre su breve encarcelamiento por parte del régimen sirio:

“El segundo o tercer día, miré alrededor de la celda y pensé (…) que estas personas hallaban algún tipo de significado en la vida diaria. Esa es la explicación a la que llegué después de años de pensarlo. Hay un significado más profundo que encontrás en el sufrimiento. No suelo hablar de prisión. Pero estoy en un punto en el que debo hacerlo. Me doy cuenta de que tengo muchas creencias e ideas derivadas de esa muy corta experiencia (…). Ahora estoy en un lugar donde soy feliz. Pero no creo que el objetivo de la vida sea perseguir la felicidad. Es perseguir un significado. Hay un significado en la familia. Hay un significado en el amor. Personalmente, considero que la responsabilidad es muy significativa. Ya sea en mi carrera o simplemente hablando con un amigo que está pasando por un momento difícil.”

Para Alaa, sufrir la violencia estatal durante la Primavera Árabe es un punto de inflexión en su despertar hacia un nuevo sentido de propósito. El mismo proceso de narrar esa experiencia lo ayuda a entenderla de nuevas formas. Esa comprensión, a su vez, es parte integral de quién es y lo que hace, tanto en lo grande como en lo pequeño.

La tercera experiencia es el desplazamiento. En este caso, Medea considera la huella de 2011 en la manera en que está navegando el exilio:

“Me convertí en quien soy a causa de la revolución. Me hizo una mejor persona. Antes era un poco conservadora. Solo interesada en cosas pequeñas. Limitada. Homofóbica. Sin esta revolución, iba a ser ama de casa en Homs, criar a mi hija para que se preocupara por su belleza y encontrar un marido rico. Ahora, cuando mi hija me pide mi opinión, le digo: sos libre. Intento enseñarle a mi hija: Nunca juzgues. Especialmente en Berlín. En Berlín podés ser vos misma (…) Me sentí en casa dos veces en mi vida. En Homs, cuando empezó la revolución. Y acá en Berlín.”

Medea aprecia Berlín no porque de alguna manera la haya liberado, al contrario de lo que podrían creer algunos europeos o norteamericanos. Más bien, porque Berlín ofrece un espacio donde puede encarnar la misma libertad y autenticidad que descubrió en la revolución siria. La Primavera Árabe la ayudó a ser la persona que es, y sigue viva en quien está criando en su hija.

Estas son solo tres imágenes entre innumerables ejemplos en todos los medios imaginables en los que las personas transformadas por la Primavera Árabe dan voz a sus experiencias. Muestran cómo las revoluciones continúan propagándose no solo a través de los macroprocesos que rehacen la política en Medio Oriente, sino también de las micropolíticas de los individuos que se abren camino en el mundo. También sugieren que contar su historia es nada menos que formar su propia identidad e insistir en el derecho a hacerlo. Y ese sigue siendo uno de los mayores legados de 2011, diez años después.

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Wendy Pearlman es Doctora por la Universidad de Harvard y Profesora de Ciencia Política en la Universidad de Northwestern Union. Su investigación se enfoca en políticas comparadas de Medio Oriente, movimientos sociales, violencia política, refugiados y migración, emociones y movilización y el conflicto árabe-israelí. Es autora de cuatro libros y numerosos artículos académicos.

N.d.T.: El artículo original fue publicado por Al Jumhuriya el 10 de febrero de 2021.