Por Mazen Al Aboudi para Al Bayan Center for Planning and Studies

Diseño de tendencias de mercado. [Fuente desconocida]

Hay un común acuerdo en describir la economía iraquí como rentista (el primer hombre en usar el término como forma de retorno financiero, fue Adam Smith en su libro “La Riqueza de las Naciones). La principal fuente de ingresos de Irak es el petróleo y este constituye el 95 % de su totalidad.

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Dichos ingresos son considerados la columna vertebral de todos los presupuestos gubernamentales. Representan sumas de fácil acceso y de gran magnitud porque no requieren mecanismos de producción o de una gestión de comercialización compleja (Karl Marx es el primero en usar el término economía rentista como un patrón de comportamiento en su libro, “El Capital).

Muchos países del mundo  tienen economías rentistas, especialmente, los países árabes. Una de las experiencias más importantes en la materia, fue llevada a cabo por los Países Bajos a mediados del siglo pasado, con el descubrimiento del gas.

Este fenómeno se conoce como “la enfermedad holandesa”, un término económico-científico acreditado para describir los casos de declive en una economía productiva, cuando hay un claro aumento en el ingreso rentista, lo que resulta en un notable aumento del desempleo, la pobreza y la corrupción.

El famoso economista estadounidense, Joseph Stiglitz, resume los síntomas de los patrones económicos, que dependen de la venta de recursos naturales a expensas de las industrias manufactureras, lo que resulta en grandes ganancias financieras, falta de oportunidades  laborales y un gran daño a la industria local que compite con el mercado internacional.

Estos patrones pueden crear una situación de estados ricos y ciudadanos pobres. En el caso de los países rentistas como Irak, el gobierno controla estas fuentes y monopoliza el proceso de venta y distribución de los ingresos (que generalmente se ven afectados por las fluctuaciones de los precios internacionales del crudo). 

Esto abre la puerta a amplias transacciones financieras que no son transparentes y causan pérdidas importantes relacionadas con la mala gestión de los recursos o la corrupción.

Quizás lo que distingue la experiencia económica iraquí del resto, después del 2003 , es que el país está pasando por un periodo de debilidad y desintegración. Existe una clara confusión en el control de sus regiones y evidencia un claro fracaso para enfrentar los desafíos económicos y de seguridad.

Por otra parte, Irak ha fallado en sortear las intervenciones regionales e internacionales en sus asuntos políticos, de seguridad y económicos,  durante las últimas dos décadas. 

Este fenómeno ha colocado a Irak bajo el rótulo de “viejo o vejez”, una de las etapas más peligrosas que puede alcanzar un país desde su fundación. Esto representa el fracaso más importante  y amenaza su existencia antes de que el país llegue a la etapa de no-estado. 

Momento en el que todos los elementos y estándares necesarios para garantizar que cualquier grupo humano permanezca en una ubicación geográfica específica, está ausente dentro de la soberanía reconocida por el resto del mundo y las organizaciones internacionales.

Lo que complica aún más las cosas en el caso iraquí, es la realidad política que llevó al país a la etapa de envejecimiento, es la misma realidad que no quiere alejarse del patrón económico rentista, porque proporciona un clima apropiado para construir fortunas rápidas para ciertos grupos (riqueza individual vs pobreza comunitaria), a expensas de la disminución de la actividad (comercial, industrial y agrícola).

Especialmente, en un país que necesita el desarrollo económico, mecanismos de producción, competencia y empleo para mano de obra calificada.

Por lo tanto, encontramos que el caso iraquí no se parece al de los Países Bajos excepto, por lo que se refiere a la descripción de la enfermedad holandesa.

La experiencia local debería ser el centro de los estudios de la economía política, ya que es una representación única de la clara relación entre el modelo de patrón económico y el estado como entidad política existencial en etapa de envejecimiento.

Esto ha amenazado la existencia de Irak como un país soberano con fronteras y grupos humanos que tienen elementos históricos y civilizacionales, a menos que se corrija a través de reformas políticas o cambios radicales que sean capaces de mover al estado a otra etapa más madura y juvenil.

Cuando decidimos que la enfermedad iraquí es diferente de la holandesa, nuestra evidencia es que los Países Bajos son testigos de una gran prosperidad económica en términos de su capacidad de recuperación, diversificación económica, y baja pobreza, desempleo y corrupción.

Por otra parte, en los Países Bajos los niveles de ingreso anual per cápita han alcanzado cifras récord en comparación con otros estados europeos. 

Finalmente, su sistema político activo dentro de los estándares científicos transparentes, ha permitido cambiar sus políticas económicas hacia opciones que son efectivas para registrar tasas de crecimiento claras e influir en el logro del desarrollo económico a largo plazo.

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Fuentes

– Cavalcanti, Tiago ; Mohaddes, Kamiar & Raissi, Mehdi ( 2011 ) ” Commodity Price Volatility and the Sources of Growth ” , Cambridge Working Papers in Economics.

– يوسف علي عبد وميثم عبد الحميد رمضان، تحليل أثر المرض الهولندي على الطاقة الاستيعابية للاقتصاد العراقي، مجلة العلوم الاقتصادية، العدد 37، المجلد 10، تشرين الثاني 2014.

– ليثيم إيمان و زنقوفي إيمان وأ. بو فلفل سهام، تشخيص أعراض المرض الهولندي على الاقتصاديات الريعية (حالة الجزائر)، 2012، كلية العلوم الاقتصادية والتجارية، جامعة 08 ماي.

N.d.T: El artículo original fue publicado en Al Bayan Center for Planning and Studies el 22 de abril de 2020.